En 1976 nació la XT 500 y desde su primera
versión esta poderosa y bella monocilíndrica
supo atrapar los corazones de muchos motociclistas
que de inmediato se enamoraron de ella.
Tener una de estas máquinas se convirtió en la
obsesión de muchos y en todo el mundo la XT
fue ganando prestigio, hasta convertirse en un
verdadero mito.
Su fama comenzó en África, ganando las primeras
ediciones del Rally París Dakar y de allí
siguió creciendo en las manos de muchos que
descubrieron sus virtudes en todos los terrenos,
desde aquel que la tenía como transporte
diario, pasando por las carreras de enduro y
hasta en la velocidad, donde consiguió bastantes
victorias. A Colombia llegaron muy pocas
en un comienzo, hasta que en 1978 Furesa,
que en aquella época ensamblaba las motos
Yamaha; comenzó a importarlas en mayor nú-
mero y entonces fue cuando se disparó la fiebre
de la XT 500, una máquina que era
maniobrable, liviana y muy potente, la combinación
perfecta para nuestras carreteras
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